(19 de mayo de 1909 – 6 de octubre de 1992)
Apodo: El Negro
Fue un estribillista de positivos méritos, de neta raigambre gardeliana, cálido timbre vocal, fraseo flexible y decir bien tanguero.
Morocho subido, conocido en el ambiente como “El Negro Gutiérrez”. En Mar del Plata, su ciudad natal, una vez completada la escuela primaria, comenzó a practicar boxeo, al influjo de su admiración por la técnica escuela creada por el pugilista francés George Carpentier. Con su profesor Laulet, fue evolucionando hasta convertirse en campeón amateur marplatense en la categoría liviano. Las trompadas las solía matizar donde se le presentara, con canto y guitarreadas.
Llega a Buenos Aires con la intención de continuar con el boxeo, ya en condición de profesional. También de perfeccionarse como guitarrista. Es así que se relaciona con la academia del padre de los De Caro. Pero al escucharlo cantar, Don José se entusiasma y lo recomienda a su hijo Julio para ser incorporado a su orquesta. Es cuando sus anhelos boxísticos se ven frustrados al tener una lesión importante en su mano derecha. Es 1927 y permanece en el conjunto unos seis meses, lapso en el que llega al disco en una oportunidad.
Cumple con el año de servicio militar y el retorno artístico es como cantor solista acompañado por guitarras en la emisora LOH Radio Bernotti (más tarde denominada La Abuelita, Bijou, Del Pueblo, América y actualmente Buenos Aires).
La siguiente presentación fue el dúo criollo Cao-Gutiérrez, con el cantor nacional Manuel Cao, pero dado lo difícil que era sobresalir por entonces en ese género, decidieron abordar otras formas musicales, así agregaron al pianista Daniel López Barreto y la existencia del grupo se prolongó por espacio de un año y medio.
Ingresa en la orquesta del pianista Manuel Buzón, que participaba en los programas radioteatrales irradiados por las radios Splendid y Prieto. Fue entonces que Edgardo Donato, que intervenía en similares transmisiones emitidas desde el viejo Teatro San Martín, se mostró interesado en contar con su presencia y mientras se acuerda su incorporación es citado por Francisco Canaro para algunos registros discográficos.
Con Donato, su debut en el disco, fue una antológica versión de “El huracán”, destacándose también en la interpretación de “La novena” y el entonces festejado “¿Qué hacés, que hacés?”.
En 1934, se aleja transitoriamente de Donato, para cubrir una ligera dolencia de Ernesto Famá. Vuelve con Canaro. El mismo año llega a la orquesta de Pedro Maffia y deja dos registros fonográficos. Retorna como solista con guitarras por LR3 Radio Berlgrano, tiene un paso fugaz nuevamente en la orquesta de Julio De Caro, en el breve tiempo que también estaba Edmundo Rivero.
En 1938, pasa a ser estribillista de la formación del violinista Mario Azervoni, de estilo bastante parecido al de Juan D’Arienzo, con éste anima numerosos bailes.
Cuando otros recién están comenzando su carrera o afianzándose en ella, decide retornar a Mar del Plata y es a partir de ese momento que su nombre dentro del medio tanguero comienza a diluirse hasta desaparecer.
Descargar Francisco Canaro - Félix Gutiérrez
Apodo: El Negro
Fue un estribillista de positivos méritos, de neta raigambre gardeliana, cálido timbre vocal, fraseo flexible y decir bien tanguero.
Morocho subido, conocido en el ambiente como “El Negro Gutiérrez”. En Mar del Plata, su ciudad natal, una vez completada la escuela primaria, comenzó a practicar boxeo, al influjo de su admiración por la técnica escuela creada por el pugilista francés George Carpentier. Con su profesor Laulet, fue evolucionando hasta convertirse en campeón amateur marplatense en la categoría liviano. Las trompadas las solía matizar donde se le presentara, con canto y guitarreadas.
Llega a Buenos Aires con la intención de continuar con el boxeo, ya en condición de profesional. También de perfeccionarse como guitarrista. Es así que se relaciona con la academia del padre de los De Caro. Pero al escucharlo cantar, Don José se entusiasma y lo recomienda a su hijo Julio para ser incorporado a su orquesta. Es cuando sus anhelos boxísticos se ven frustrados al tener una lesión importante en su mano derecha. Es 1927 y permanece en el conjunto unos seis meses, lapso en el que llega al disco en una oportunidad.
Cumple con el año de servicio militar y el retorno artístico es como cantor solista acompañado por guitarras en la emisora LOH Radio Bernotti (más tarde denominada La Abuelita, Bijou, Del Pueblo, América y actualmente Buenos Aires).
La siguiente presentación fue el dúo criollo Cao-Gutiérrez, con el cantor nacional Manuel Cao, pero dado lo difícil que era sobresalir por entonces en ese género, decidieron abordar otras formas musicales, así agregaron al pianista Daniel López Barreto y la existencia del grupo se prolongó por espacio de un año y medio.
Ingresa en la orquesta del pianista Manuel Buzón, que participaba en los programas radioteatrales irradiados por las radios Splendid y Prieto. Fue entonces que Edgardo Donato, que intervenía en similares transmisiones emitidas desde el viejo Teatro San Martín, se mostró interesado en contar con su presencia y mientras se acuerda su incorporación es citado por Francisco Canaro para algunos registros discográficos.
Con Donato, su debut en el disco, fue una antológica versión de “El huracán”, destacándose también en la interpretación de “La novena” y el entonces festejado “¿Qué hacés, que hacés?”.
En 1934, se aleja transitoriamente de Donato, para cubrir una ligera dolencia de Ernesto Famá. Vuelve con Canaro. El mismo año llega a la orquesta de Pedro Maffia y deja dos registros fonográficos. Retorna como solista con guitarras por LR3 Radio Berlgrano, tiene un paso fugaz nuevamente en la orquesta de Julio De Caro, en el breve tiempo que también estaba Edmundo Rivero.
En 1938, pasa a ser estribillista de la formación del violinista Mario Azervoni, de estilo bastante parecido al de Juan D’Arienzo, con éste anima numerosos bailes.
Cuando otros recién están comenzando su carrera o afianzándose en ella, decide retornar a Mar del Plata y es a partir de ese momento que su nombre dentro del medio tanguero comienza a diluirse hasta desaparecer.
Descargar Francisco Canaro - Félix Gutiérrez
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